Texto: Lucas 13:6 – 9. Dijo también esta parábola: "Un hombre
tenía una higuera plantada en su viña, y
vino a buscar fruto en ella y no lo halló. Y dijo al viñador: "Ya hace tres años que
vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo. ¡Córtala!
¿Para qué inutilizar también la tierra?" Él entonces,
respondiendo, le dijo:
"Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la
abone. Si da fruto, bien; y si no,
la cortarás después".
Introducción
Esta
es una parábola de la gracia infinita que se refleja por doquier en las
sagradas escrituras. Muestra precisamente la benevolencia de las segundas
oportunidades que brinda Dios con la humanidad. La misma se desarrolla en un
contexto cuando a Jesús se le cuenta lo que ha acontecido con dos grupos de
personas (Lucas 13:1-5). Los primeros dicen ellos, perecieron en manos de
Pilato y los segundos murieron en un accidente mientras se construía la torre
de Siloé. Lucas no arroja más información de lo acontecido, solo las respuestas
que brindó el Maestro a los comentarios que se le brindó. En todo caso, Jesús,
les cuestiona, vea lo que dice la escritura:
“En este mismo tiempo estaban allí
algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había
mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis
que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos
los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis
igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los
mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en
Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”.
En
la tradición judía, se pensaba que las desgracias y los pecados, estaban
íntimamente relacionados (Comentario de W. Barclay). El hecho de que a una
persona le sucediera algo malo, el pensamiento era que estaba en pecado. Jesús
entonces, les dice de manera directa, ¿creen ustedes que estos hombres que mato
Pilato o los 18 que murieron en el accidente eran más pecadores que ustedes?,
la respuesta del maestro fue un rotundo no. La respuesta es, si ustedes
hubiesen estado ahí en su lugar, los muertos fuesen ustedes. La cuestión es,
tanto ellos como ustedes necesitan arrepentirse. Es así como el Maestro intenta
hacer que su audiencia reflexione con la siguiente parábola.
Desarrollo
Primero veamos:
1.
La
oportunidad brindada en la viña
Aquí hay algo muy importante de analizar. La parábola habla
de una viña, tener una viña significaba gozar de la disponibilidad de tierra,
que por cierto en esos lugares de oriente, la buena tierra era y es escasa, razón
por la que se debía aprovechar al máximo. El dueño podía cultivar aquellas
plantas que le fueran para provecho. Entre ellas se menciona aquí, la higuera. La
higuera es mencionada en el Antiguo Testamento como la planta de la cual Dios
tomo las hojas para tapar la vergüenza
Adán y Eva cuando pecaron en el jardín del Edén. Fue de esta planta la
que le receto una masa de higo el profeta Isaías, al rey Ezequías para curar su
llaga. La higuera se acostumbraba sembrar en los viñedos por sus frutos y por
su buena sombra, ya que debajo de ella la gente se protegía del sol.
En Habacuc, se le menciona como una planta de las que se
esperaba diese frutos se escribe:
“Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las
vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos;
aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así,
yo me regocijaré en el Señor, ¡me
alegraré en Dios, mi libertador!” (Habacuc 3:17-18).
De manera, que se tenía siempre una expectativa de la higuera. Este hombre
esperaba algo bueno, esperaba frutos de la higuera. Sobre todo porque le había
concedido un lugar en su viñedo, que bien podía haber sido para otra planta.
De igual manera, Dios a usted le ha concedido, un lugar
especial, una oportunidad de brindar lo mejor de usted. El salmista expresa:
“Digo:
¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y
el hijo del hombre, para que lo visites?
Le
has hecho poco menor que los ángeles,
Y
lo coronaste de gloria y de honra.
Le
hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo
lo pusiste debajo de sus pies:
Ovejas
y bueyes, todo ello,
Y
asimismo las bestias del campo,
Las
aves de los cielos y los peces del mar;
Todo
cuanto pasa por los senderos del mar” (Salmo 8: 4-8)
Observe, lo que expresa:
-
El ser humano es un poco menor que los
Ángeles, es decir casi, casi ángeles.
-
Al hombre y la mujer se le ha coronado de
favores, gloria y honra.
- Le has nombrado mayordomo de la
creación, todo cuanto hay en la tierra, lo has puesto bajo la administración
del ser humano.
Dios le ha formado a usted a
mí con un propósito. Para que abundemos en buenas obras (2 Corintios
9:8). De manera que usted tiene un lugar especial en la creación, así como esta
higuera gozaba de buena tierra y cuido del viñador. Usted también goza de las
bondades de nuestro Dios. Ahora, mi estimado hermano, quiero que veamos, en
segundo lugar:
2.
La
oportunidad desaprovechada
Dice la escritura así:
“Dijo también esta parábola:
"Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no lo halló.
Y dijo al viñador: "Ya hace
tres años que vengo a buscar fruto en
esta higuera y no lo hallo.
¡Córtala! ¿Para qué inutilizar
también la tierra?" (Lucas 13:6).
A esta higuera se la
había dado:
-
Un lugar en el viñedo.
-
Lógicamente ocupaba espacio y cuido,
ambos aspectos no se le negaron.
-
Pero la higuera no produjo fruto.
-
Sino que más bien estaba malgastando:
espacio, nutrientes y tiempo.
Ahora
viene, aquí una pregunta, directa y fuerte para cada uno de nosotros. ¿Para qué
ha servido usted en este mundo?, ¿Cuál ha
sido el propósito de su vida? ¿Qué frutos está dando?, o simplemente estas como
la higuera sin dar los frutos esperados por el dueño de la viña.
Observe lo que dice la
Escritura:
Hace
tres años que vengo a buscar frutos y nos los encuentro. Si Jesús viniera hoy,
la cuestión es, encontrara frutos en nuestra vida. O simplemente nos hemos
conformado a ser plantas de solo follaje sin dar frutos. Somos realmente
plantas estériles. Vacíos como esa higuera. Para la higuera habían pasado tres
años sin dar frutos. Tres años consecutivos que el Señor de la viña, había llegado
con expectativas de encontrar frutos y no los había encontrados. Ahora, aquí algo
importante, para que una higuera llegara a fructificar, necesitaba de 3 años
desde que la semilla era depositada en la tierra. Observe entonces, el dueño
lleva llegando tres años y más tres años para que diera frutos, en total esa
higuera tenía seis años de edad. A esa
planta ya le había dado tres oportunidades. Era una planta que había demandado seis
años de cuido, había pasado consumiendo nutrientes y agua todo ese tiempo y sin
embargo lo había desaprovechado absolutamente.
Mis
hermanos y amigos, esta parábola nos muestra que muchas veces así es la vida del
hombre. Nos pasamos años tras años sin dar frutos, no reconocemos que nuestra
vida es de Dios y para Dios. El
comentarista W. Barclay dice que “la
parábola nos enseña que lo que no hace
más que recibir no debe sobrevivir”.
Escuche lo que dice la biblia: “Ya
hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo. ¡Córtala!
¿Para qué inutilizar también la tierra?".
Estoy seguro que todos
los que siembran un frutal, esperan con expectativas de que en un tiempo
prudencial esta planta haga mérito al esfuerzo del plantador. Pero que
lastimoso es para él que al pasar el tiempo, esto no suceda. Lo práctico es que
la corte y siembra otra.
Pero vea lo insólito
que sucede por parte del labrador o viñador, veamos esto a continuación. En tercer
lugar, sale a la luz:
3.
La
bondad de la intercesión
De
lo que se expresa en esta parábola, el centro de la misma, lo vital de ella se
encuentra inmerso en los versos 8 y 9. “Él
entonces, respondiendo, le dijo: "Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la
abone. Si da fruto, bien; y si no,
la cortarás después".
Hay
una intercesión por parte del cuidador, el viñador se había encariñado de la
higuera, algo bueno seguía esperando. Para él no había sido una carga el cuidar
y regar la higuera por seis años, había invertido su tiempo, pero no importaba
con tal de conseguir una oportunidad más para ella. Observe lo que hace el viñador:
-
Primero, intercede ante el dueño del
viñedo. Señor le dice, déjala todavía este año. Pide una prórroga para la higuera.
El cuidador no repara en la debilidad, sino en la posibilidad de la oportunidad.
-
Segundo, le dice al Señor, voy hacer
algo más por ella, cavare y la abonare. El viñador está dispuesto a hacer todo
lo que este a su alcance para ver si es posible que la higuera fluya en frutos.
Estimados
hermanos, de igual manera que este viñador se había encariñado con una planta
de higuera, para él no era una simple planta. Piense ahora usted que es la
imagen y semejanza del mismo Dios, usted es la creación de Dios. Hecho un poco
menor que los ángeles. Como no va a sentir lo mismo que el viñador, amor. El amor
de Dios, sigue fluyendo, por ello su hijo el gran viñador sintió compasión de
usted y de mí. Él pidió al Padre otra oportunidad para nosotros, Dios no tomo
en cuenta nuestros pecados, sino que la escritura dice, “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados” (2 Corintios 5:19). El viñador
cavo y abonó. Cristo Jesús abono su sangre preciosa en la cruz del calvario para
darle una oportunidad al ser humano.
Ahora,
si bien es cierto, vemos una intercesión, también vemos que esta oportunidad que
se brinda es con un compromiso que debe ser decisivo. En cuarto lugar podemos
ver:
4.
Una
nueva oportunidad decisiva
Una
nueva oportunidad, es eso, una posibilidad más, solo que el texto refleja algo
muy interesante. Observe, lo que dice la escritura: “Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después” (Lucas 13:9).
Muy bien, la oportunidad está dada. El Señor dueño de la viña, la concedió. El viñador
hará su parte, dando todo su empeño, confiando en que se merece la nueva
oportunidad. Pero ojo mucho ojo, el texto dice, si da fruto excelente, que emoción
y que alegría; pero si no da el fruto
esperado entonces, ahora sí, córtala.
Esta
oportunidad implica juicio mi estimado hermano, la porción dice, “si no, la cortaras después”, es decir,
cuando regreses. Observe que el relato de la parábola, llega hasta ahí, no dice
si la higuera dio o no los frutos. Esto es porque el final de la historia la tiene
que escribir usted y nadie más que usted.
Durante
más de dos mil años, de una y otra forma la Palabra el Señor nos ha llegado
como abono fértil para nuestras vidas. Pedro le dijo a Jesús, a quien iremos,
solo tú tienes palabras de vida eterna. La cuestión es, hemos dejado que su palabra
sea la que abone nuestra vida y podamos ser hombres y mujeres que fructifiquen.
Dice
Antonio Cruz, “vivimos el tiempo de la última
oportunidad para poner fin a la pereza moral y a la indecisión humana. Ahora,
hoy es el tiempo de acabar con ese comportamiento de vivir a espaldas de Dios…”.
Es necesario reconocer que Dios es bueno, su inmenso amor con que nos amó, es
tal, que nos dio a su único hijo para nuestra salvación. No despreciamos y
malgastemos esta última oportunidad.
Conclusión
Es
necesario que todos vengamos ante nuestro Señor y dejemos que irrigue nuestra
vida con su santo Espíritu, que su sangre nos limpie de todo estorbo y su
divina misericordia cambie nuestro corazón de piedra en carne. Porque solamente
así, lograremos dar frutos dignos de arrepentimiento. No desaprovechemos la
oportunidad dada en Jesucristo.