Serie: Los planes de Dios para su Pueblo.
Tema: Los planes de
Dios para su iglesia.
Introducción
Los
tropiezos no detienen los planes de Dios: No asumir la visión de Dios, no estar
dispuestos a colaborar en los planes de Dios, no comprender su voluntad, no
asumir la guía del Señor y por ende perder la dirección de adónde queremos
llegar, son los aspectos que hemos discutido en los mensajes anteriores. Ahora,
quiero que veamos mis hermanos, que los
planes de Dios son perfectos para nuestras vidas, para nuestras familias; son
perfectos para su obra y su iglesia aquí en la tierra.
Dios
trazó planes para su pueblo, me refiero al pueblo de Israel, es una promesa
dada al patriarca Abraham: “y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis
12:3 c). Esto es majestuoso. Usted y yo alcanzamos esa bendición, porque
hemos venido hacer parte de su pueblo por adopción. Pablo escribe en Gálatas:
Así Abraham creyó a
Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe,
éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de
justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham,
diciendo: En ti serán benditas todas las
naciones (Gál.3:6-8)
Regresemos nuevamente a la historia
del pueblo de Israel, para ver el plan de Dios para sus hijos.
Desarrollo
En primer lugar, los planes
de Dios es que su pueblo:
I.
Sea
un pueblo de referencia.
El
pueblo de Israel era un pueblo sucumbido en la esclavitud, literalmente
hablando. Cuatrocientos años en el lodo, batiendo arcilla, soportando látigos y
desprecios mientras construían aquellas ciudades impuestas por el faraón. Sus
familiares cercanos, los moabitas y los edomitas, no salieron a defenderlos,
más bien se olvidaron de ellos. Sobre
todo a los Moabitas, recuerde que dijimos hace un par de domingos que, los
moabitas eran descendientes de Moab, hijo de Lot, Lot era sobrino de
Abraham. Se les olvidó que Abraham rescató
a Lot. Si recuerde usted que Lot decidió
irse a vivir a Sodoma. Esta ciudad fue saqueada y conquistada, pero dice
Génesis 14, que Abraham fue a recatar Lot y lo logró. Pero la historia no
termina ahí, Lot, se queda siempre en Sodoma y por la multitud de pecados de
los pobladores de esa ciudad Dios envía juicio contra Sodoma, y aparece un
intercesor, y es Abraham intercediendo por esa ciudad en la que vivía su
sobrino. La biblia registra que solo Lot y sus dos hijas sobrevivieron (Génesis
19). En todo caso, sus descendientes, los moabitas no se acuerdan de la acción
hecha por el padre Abrahán y tampoco de su simiente. De manera que Israel es un
pueblo en el anonimato.
Razón
tiene el salmista al pronunciar, “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me
recibirá en sus brazos” (Salmo
27,10 NVI). El profeta Isaías exclama: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que
moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”
(9:2). El pueblo de Israel, tiene ya 430 años de sufrimiento, pero ahora le
llega la luz. Del oprobio, aquel pueblo que no era, ahora es. Dice el libro de
Deuteronomio:
No por ser vosotros más que todos los pueblos
os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más
insignificante de todos los pueblos;
sino por cuanto Jehová los amó, y quiso guardar el juramento que juró a
vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de
servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto (7: 7-8).
Escuche:
“pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos”. Dios hace
grandes cosas con los insignificantes. Dios hace maravillas con los Don Nadie,
diría Bruce Wilkinson (Oración de Jabes). Dios ha designado que este pueblo sufrido,
esclavo e insignificante sea su pueblo escogido para mostrar a las demás naciones
quién es Él, un Dios único y poderoso. Pero también para mostrar su amor, su misericordia,
su bondad y su perdón. Para mostrar que él puede levantar tejidos en huesos secos
(Ezequiel 37). Diría Carlos Spurgeon para pasar “del estercolero al trono” de
acuerdo al salmista cuando escribe: “El
levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso alza del estiércol, Para hacerlos
sentar con los príncipes, Con los príncipes de su pueblo” (Sal. 137: 7-9,
VRV 1909).
Un
pueblo esclavo viene a ser la referencia donde Dios se manifiesta con poder y
gloría. Lo maravillo de esto es que Dios hace una observación directa, no porque
ellos se lo merezcan, sino por puro y bondadoso amor de nuestro Dios. Y por guardar
el juramento a nuestro Padre Abraham, así lo dice la escritura “Puesto que me
has obedecido, todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tu
descendencia (Gén. 22:18, NVI).
En segundo lugar:
II.
En
sus planes está el que su pueblo sea libre para adorarle.
Detengámonos
un momento acá. Veamos las siguientes porciones de la Sagrada Escritura:
a. Éxodo
7:16 “y
dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi
pueblo, para que me sirva en el desierto;
y he aquí que hasta ahora no has querido oír”.
b. Éxodo
8:1
“Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile:
Jehová ha dicho así: Deja ir a mi
pueblo, para que me sirva”.
c. Éxodo
8:20 Jehová
dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale al
río; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
d. Éxodo
9:1 El Señor le ordenó a Moisés que fuera a hablar
con el faraón y le advirtiera: «Así dice el Señor, Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto” (NVI).
Usted
puede leer el resto de citas concernientes a las plagas, pero usted encontrará
que la liberación en todas ellas tiene
un propósito, como es el rendirle culto a Dios: “Dejad ir a mi pueblo para
que me rinda culto”.
Un
corito que cantamos muy bien, lo dice claro.
En Egipto esclavo fui, sí,
sí, OH sí.
En Egipto esclavo fui del vil faraón.
En Egipto esclavo fui del vil faraón.
Fue moisés al faraón y le
dijo así:
//Deja ir a mí pueblo para rendirle
Culto ha dicho el Señor//.
//Deja ir a mí pueblo para rendirle
Culto ha dicho el Señor//.
Ahora que ya libre soy,
sí, sí, oh sí.
Ahora que ya libre soy, libre para ti.
Quiere rendirte culto, quiero cantarte gloria,
Gloria a ti Señor//.
Ahora que ya libre soy, libre para ti.
Quiere rendirte culto, quiero cantarte gloria,
Gloria a ti Señor//.
//Gloria, gloria,
Aleluya, Gloria Aleluya
A ti, Señor//.
A ti, Señor//.
Esto
tiene que ver con lo anterior, si somos un pueblo que sirve y adora al Señor,
automáticamente nos hace un pueblo de referencia. Salir de la esclavitud para
rendirle culto al Señor de Señores era la misión del pueblo de Israel. Y eso mi
hermano y amigo, no ha cambiado.
Dios
continua con su plan de liberación, está interesado que salgamos de nuestro
Egipto de esclavitud de pecado y dejemos que él sea nuestro libertador. De
manera que le sirvamos, no en el desierto. A diferencia del pueblo de Israel
que iba para el desierto, usted y yo debemos servir en la iglesia, sí, en la
obra del Señor. Dios quiere usarte en tu familia como portador de buenas nuevas
de salvación. Que seamos testimonio de cuan grandes cosas ha hecho el Señor en nuestras
vidas y nuestras familias.
Ahora
bien, fíjese usted en algo maravilloso. Cuando el pueblo de Israel sale de
Egipto, dice la escritura en Éxodo: “De día, el Señor iba al frente de ellos en una columna
de nube para indicarles el camino; de noche, los alumbraba con una columna de
fuego. De ese modo podían viajar de día y de noche” (Éxo.13:21). Es
Dios quien guiará nuestros pasos.
El
salmista nos indica que Dios nos muestra siempre el camino. “Me has dado a conocer la senda de la vida;
me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha” (Sal.
16:11). Usted y yo nos corresponde solamente rendirle culto.
Hay
una ilustración referida a un discurso pronunciado:
El 6 de enero de 1941 el Presidente Franklin
D. Roosevelt pronunció un discurso ante el Congreso de los Estado Unidos de la América
del Norte, y entre otras cosas dijo que los Estados Unidos esperaban un mundo
fundado sobre cuatro libertades esenciales: I. Libertad de palabra; II.
Libertad de cultos; III. Libertad de trabajo; IV. Libertad de eludir el
temor (I. Libertad para expresar sus ideas; II. Libertad para adorar a Dios
en la forma preferida; III. Libertad para elegir la forma de trabajar a
fin de no padecer necesidad; IV. Libertad de evitar todo aquello que haga que
la gente sufra algún temor) (Tomado de 500 ilustraciones por Alfredo Lerín, 2003, énfasis en negritas y cursivas).
Nosotros gozamos de libertad de
culto, pero estamos muchos estamos esclavos en medio de la libertad. El Apóstol
Pablo escribe: “Cristo
nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no
se sometan nuevamente al yugo de esclavitud” (Gal. 5:1 NVI). La libertad
es solo en Cristo, y Cristo quiere que su familia sea libre para que le adore.
En
tercer lugar:
III.
En
sus planes esta que su pueblo sea bendecido.
La
sagrada escritura nos dice en el libro de Deuteronomio:
El Señor tu Dios te hará entrar en la tierra que les juró a tus
antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Es una tierra con ciudades grandes y
prósperas que tú no edificaste, con casas llenas de toda clase de bienes que tú
no acumulaste, con cisternas que no cavaste, y con viñas y olivares que no
plantaste. Cuando comas de ellas y te sacies, cuídate de no olvidarte del
Señor, que te sacó de Egipto, la tierra donde viviste en esclavitud (6:10-12).
Por
una promesa hecha a sus antepasados, los conduce a ciudades prosperas. Con
casas construidas, con agua en posos ya construidos. Llenas con toda clase de
bienes, por los cuales ellos no han hecho ninguna labor, sino que Dios en su
plan de bendición tiene ya previstos para su pueblo. Con viñedos, con olivos,
con higueras, con abundantes pastos para el ganado. Oh que maravilloso es el
Señor. Sus planes son perfectos. Al final de esa porción de la escritura hay
una advertencia de no olvidar las maravillas de Dios.
Sabía
usted mi hermano que también hay planes para nosotros, recuerde la cita de
Gálatas que leímos al inicio:
Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed,
por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la
Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio
de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones (Gál. 3:6-8).
Usted
y yo hemos alcanzado salvación, pues Jesús vino por ese pueblo; pero nosotros también
nosotros somos parte de ese pueblo, sí, por adopción gozamos de los mismos
derechos para disfrutar de esa tierra prometida, de esa patria celestial, con
casas de oro y un mar de Cristal. Donde el olivo y la luz es Cristo Jesús, el
León de la tribu de Judá, él es nuestro Rey Soberano por toda la eternidad. La
biblia afirma que en esa patria celestial, ahí no abra tribulación, ni
angustia, ni dolor, pues ahí todo es felicidad. ¿Quiere usted disfrutar de ese
hermoso y glorioso lugar? Pero sobre todo está dispuesto a que su familia llegue
también a ese maravilloso lugar. Esta dispuesto a convertirse en ese Moisés que
pueda dirigir a su familia.
Conclusión
Quiero
concluir haciendo referencia a la siguiente ilustración:
Un hombre soñó que repentinamente había
muerto y había sido transportado al cielo. Estando en aquel mundo glorioso
pensaba que estaba en él porque lo merecía. De pronto alguien vino a verlo, lo
llevó a las almenas, y comenzó el diálogo siguiente:
—Ven. Voy a mostrarte una cosa—: Mira allá abajo. ¿Qué ves?
—Veo un mundo muy obscuro.
—Fíjate: a ver si lo conoces.
—Por supuesto; es el mundo de donde vine.
— ¿Qué ves?
—Que los hombres allá están vendados, y
muchos se dirigen a un precipicio.
—Bien: ¿Te quedarás aquí, a gozar del
cielo, o volverás a la tierra con el objeto de dedicar un poco más de tiempo a
hablarles a esos hombres acerca de este mundo?
El hombre que tuvo este sueño era un
predicador que había estado desalentado; y, al despertar, dijo: “Ya no quiero
morir; sino trabajar” —. (Lo que soñó
un predicador, por lo cual ya no quiso morir de Dwight L. Moody, tomada de 500
ilustraciones por Alfredo Lerín, 2003).
Mi Hermano y hermana,
esta Iglesia está en los planes de Dios, su familia está en los planes de Dios,
nuestra comunidad está en los planes de Dios, solo espero que usted despierte y
se ponga a trabajar. Amén.