Texto: Lucas 12: 35-40
Estén ceñidos vuestros lomos, y
vuestras lámparas encendidas;
y vosotros sed semejantes a hombres que
aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame,
le abran en seguida.
Bienaventurados aquellos siervos a los
cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá,
y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.
Y aunque venga a la segunda vigilia, y
aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son
aquellos siervos.
Pero sabed esto, que si supiese el
padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no
dejaría minar su casa.
Vosotros, pues, también, estad
preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.
Introducción
En
una crónica deportiva en la que estaba narrando el gran boxeador Alexis
Arguello, él mencionaba cierta conversación que había tenido con su colega de
boxeo Oscar de la Olla. En esa ocasión el famoso Oscar de la Olla, acaba de
perder contra su rival, razón por la que Alexis Arguello, le dijo, debes
retirarte del boxeo a tiempo, es mejor que te recuerden como campeón. A esto el
chico de oro, respondió, lo que pasa es que me confié y no me prepararé con
tiempo. El resultado para el señor pugilista, fue la derrota. Esta historia, me
hace reflexionar en la parábola que el maestro de maestro expresó a sus
discípulos sobre la importancia de estar preparados.
Desarrollo
Y es sobre esto que quiero que veamos en primer lugar:
1.
La
importancia de la preparación
En
maestro les dice, así: “Manténganse listos,
con la ropa bien ajustada y la luz
encendida. Pórtense como siervos que esperan a que regrese su señor de un
banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque”
(Lucas 12: 35-36 NVI).
La
versión de la Biblia Reina Valera, habla de ceñirse los lomos, pero en esta
otra versión, nos lo dice más claro. Tiene que ver con la ropa, en la
antigüedad las personas se vestían con túnicas que les llegaban hasta debajo de
las rodillas, de manera que, para realizar una
actividad que les exigiera rapidez y esfuerzo, esta vestimenta se los impedía,
razón por la que debían ajustársela, es decir, ceñir sus lomos; esto consistía
en recogerse la túnica y hacerle un amarre con un cinto a nivel de la cintura,
de manera que les dejara libre las rodillas para cualquier movimiento.
En
la biblia podemos encontrar que la frase, “ceñirse
los lomos”, siempre denota una acción a realizar. Poe ejemplo, Dios le
manda a decir al pueblo hebreo cuando están a punto de salir de la esclavitud
de Egipto, “Y lo comeréis así: ceñidos
vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra
mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová” (Éxodo 12:11).
Todo en este verso, expresa una preparación total, no debe quedar nada suelto.
Deben estar bien ajustados los vestidos, con calzados los pies y bordón y
listos para emprender el viaje a la tierra prometida. El pueblo hebreo debía
prepararse porque el momento de su liberación de la esclavitud había llegado. Esa
preparación total, es la que demanda Cristo para todos los que aman su venida.
El
evangelio de Lucas, dice, “Estén ceñidos
vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a
hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando
llegue y llame, le abran en seguida”.
Observe
todo lo que implica esta porción de la escritura, les dice, que deben tener las
lámparas encendidas. Para que una lámpara de su destello de luz, debe estar con
aceite. Recuerde también la parábola de las diez vírgenes, ahí también se
menciona el tener las lámparas listas y encendidas. En ambas se habla del
regreso de una persona importante, el esposo para las señoritas y en la otra el
amo de la casa. Lo importante en los dos relatos es el inminente regreso de su
Señor. Le pregunto, ¿usted le está esperando?
Ahora,
mi estimado la importancia de estar preparados la encontramos en el verso 36: “y
vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las
bodas, para que cuando llegue y
llame, le abran en seguida”.
Tres
cosas acá, la llegada, el llamamiento y abrir la puerta. Todo esto se debe dar
con prontitud y diligencia. Enfatizo, lo último, le abran en seguida.
Estoy seguro que a nadie le gusta, le es
desagradable, llegar a una casa, llamar
y llamar y que se tarden en abrir. Usted puede medir en parte del éxito de la
comida rápida, por algo se le llama así, comida rápida, y es que ellos deben
cumplir las exigencia de sus clientes y saben que no pueden pasarse de media
hora para hacerle llegar sus alimentos. Saben que si cumplen con ello tendrán
siempre a ese cliente llamando. En este
caso usted es su señor, porque es el que paga y usted se siente bien porque le
responden en seguida.
Se
imagina a nuestro Dios, como ansia que usted escuche su llamado y este presto a
responderle. Apocalipsis 3:20, nos dice: “He
aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Esto es maravilloso. Jesús es
el Señor que está llamando a nuestra puerta del corazón. La pregunta es, tienes
ceñidos tus lomos y encendida la luz de tu lámpara.
Es
por ello que en segundo lugar mis hermanos, le quiero expresar que:
2.
La
preparación debe ser permanente
El pugilista que
mencionamos al inicio dijo, lo que pasa es que me confié y no me prepararé con
tiempo. Hay una pregunta que debe marcar nuestra vida diaria. ¿Estoy preparado,
para la venida de mí Señor y mi Salvador? O simplemente vamos a decir, es que
me confié y no me prepare.
Escuche
lo que dice el verso 38: “Y aunque venga
a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así,
bienaventurados son aquellos siervos”.
La
porción habla de la segunda y tercera vigilia, es decir a la medianoche o la
madrugada. Esto tiene que ver con lo que
escribe el apóstol Pedro cuando dice: “el
Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es
paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Es decir, no importa el tiempo,
si será a la media noche o en la madrugada, lo importante es que estemos
preparados. Aunque haya gente que te diga, desde que están diciendo que el
Señor ya viene y nada, usted con todo debe estar en vigilia constante.
Observe
que el verso 37 (a), dice que son “Bienaventurados
aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando”. Se refiere a aquellos que estén activos, los
que están despiertos, a la expectativa. Es decir, a los que estén preparados.
El apóstol Santiago
escribe algo maravilloso con respecto a este asunto:
“Por tanto, hermanos, tengan
paciencia hasta la venida del Señor. Miren cómo espera el agricultor a que la
tierra dé su precioso fruto y con qué paciencia aguarda las temporadas de
lluvia. Así también ustedes, manténganse
firmes y aguarden con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca”
(Santiago 5:7-8).
Dos
aspectos importantes dice esta porción, la paciencia y mantenerse firme. La
paciencia es no desesperarse, es tener calma. Así, como el agricultor espera un
tiempo para ver sus frutos después de muchos días de haber depositado la
semilla en la tierra. Esto también implica mantenerse firme en lo que hemos
creído, el Apóstol Pablo, le escribe a Timoteo, “pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de
quién has aprendido” (2 Timoteo 3:14).
Un
boxeador debe tener firmeza en su disciplina de entrenamiento si quiere
triunfar. Durante un tiempo debe dedicarlo a un mayor entrenamiento de lo
normal. Debe mantener disciplina de abstenerse de muchas cosas, entre ellos los
vicios. Es altamente perjudicial para ellos, por ejemplo el fumar. Debe establecer
una dieta para mantenerse en el peso de su categoría y otras muchas cosas más, todo
esto con el propósito de tener mayores posibilidades de salir triunfante.
La
vida del cristiano, debe ser una preparación permanente, las 24 horas, los
siete días de la semana. Que no se le olvide que “el que persevere hasta el fin,
este será salvo” (Mateo 10:22). Pablo le dice a Timoteo, “ejercítate para la piedad;…, pues tiene
promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Tim 4: 7b y 8c).
Ahora
bien, mi estimado hermano veamos lo siguiente, quiero que en tercer lugar
observemos.
3.
Los
resultados que se obtienen al estar preparados
El maestro les dice a los discípulos:
“Bienaventurados
aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto
os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles”
(Lucas 12:37). Jesús dice, que son dichosos los que
estén perseverando, los que estén con sus lumbreras encendidas al momento que
el Señor regrese, no importando la hora de la noche o de la madrugada.
Encontramos dos
enseñanzas en cuanto a los resultados de estar preparados:
La
primera de ellas, es que usted se convierte en el invitado y no en el
sirviente. Pasa de estar de pie a estar sentado a la mesa; pasa de ser, del que
come de último al que le sirven de
primero. Pasa de comer de lo que sobra a comer del plato principal del
banquete. Pero sobre todo, dice la porción de la escritura que el mesero, el
sirviente que te atiende es el Señor. Es Jesús mismo el que se ciñe y te dice
que te sientes a la mesa y que él viene a servirte. Que maravillosa dicha la de
usted mi hermano. Cristo Jesús, es quien sirve a la mesa. Lo hizo en la cruz, dándote
la salvación y la vida eterna. Su palabra dice, “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el
que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).
Recuerde
le mencione hace un momento, que Pablo le dice a Timoteo que se ejercite en la
piedad, pues el hacerlo le es provechoso en esta vida y también en la venidera.
Es decir, nos asegura la salvación plena en Jesucristo.
La
segunda enseñanza, sobre el resultado de estar preparados, es una advertencia contra
el adversario. El verso 39 dice, “pero sabed esto, que si supiese el padre de
familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría
minar su casa”.
En
la parábola, Jesús nos dice que a nuestro hogar o a nuestra vida, no solo puede
llegar nuestro Señor, sino también está la posibilidad de que llegue el malhechor.
El apóstol Pedro, dice: “sed sobrios, y
velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar” (1Pe 5:8). El llamado de Pedro y de nuestro
Maestro es estar velando. Debemos estar preparados y poner resistencia en las
puertas espirituales de nuestra vida para evitar que el ladrón entre y hurte lo
que no le pertenece.
Nuestra
actitud debe ser de acuerdo a lo encomendado por Jesús. “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).
Conclusión
En
conclusión mí estimado hermano. Usted y yo debemos estar preparados y
vigilantes las 24 horas del día, los siete días de la semana, para que cuando
el Rey de Reyes y Señor de Señores venga, nos encuentre con las lámparas encendidas
y podamos gozar de su divina presencia por toda la eternidad. A él y solamente
a él sea toda la gloria. Dios les bendiga. Amén.
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