“Mientras
tanto, el joven Samuel seguía creciendo, y su conducta agradaba tanto al Señor
como a los hombres” ( 1er Samuel 2:26 DHH).
Introducción
El crecimiento es algo normal en las
plantas, en los animales y en las personas. Cuando una madre lleva al niño o a la niña donde el médico,
el galeno toma a la criatura, la pesa y la mide para ver si esta dentro de los
rangos normales. Sí no es así, le dice a la señora, su hija o hijo debería
pesar tantas libras y medir tantos centímetros. Por lo que el médico toma una nota
y le receta las vitaminas necesarias para que esa criatura pueda seguir
creciendo sanamente. Estimado hermano en la vida cristiana sucede igual, el
crecimiento del cristiano debe ser constante; sin embargo, muchas veces como miembros
en las iglesias estamos desnutridos, faltos de peso, hablando espiritualmente.
Cuando nos pesamos nos hace faltan
muchas libras de compromiso con personal con Dios y con la iglesia. Si nos medimos,
nos hacen faltan muchos centímetros de estatura, según la del varón y la mujer
perfecta que busca la santidad del Señor. Quiero compartir con ustedes algunos
aspectos bíblicos que nos ayudan a buscar ese crecimiento Espiritual en nuestra
vida cristina.
Desarrollo
Primero hay que:
1.
Crecer
en Espíritu y carácter
Nadie puede decirle a otro hermano que
crezca si él primero no busca el crecimiento que viene de Dios. Usted escucha
decir que cuando se evangeliza a la gente, esta responde: “para ser como fulano que va a la iglesia, mejor no soy nada”. Muchas veces ellos tienen razón, porque usted
y yo como cristianos, dejamos mucho que desear a nuestro alrededor, hemos
perdido nuestro carácter y nuestra integridad.
Permítame ilustrarle eso de la siguiente
manera: una día de esto estaba en una tienda y en un lugar había un rotulo que
decía, “ropa rebajada a mitad de precio”,
muchas prendas estaban sucias y con algunas manchas. Esto me parece
interesante, porque lo podemos aplicar a nuestras vidas. Muchas veces usted y
yo, participamos en actos deshonestos, comenzamos pleitos y mal entendidos, nos
involucramos en cosas no gratas, de manera que manchamos nuestra persona y
honestidad como cristianos y quedamos reducidos a mitad de precio, por ser
cristianos como la ropa, rebajada por estar manchada. De manera que damos lugar
a que las personas que no son cristianas sigan diciendo, “para ser como fulano, mejor no soy nada”.
Es muy interesante lo que se escribe en el
Primer Libro de Samuel:
“Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios
y delante de los hombres”
(2:26).
Samuel crecía físicamente pero también lo
hacía en Espíritu y Carácter, El joven Samuel crecía y su comportamiento era
conforme a la voluntad de Dios. No era un hombre de doble cara a como solemos
ser algunos de nosotros, cuando venimos a la iglesia somos grandes adoradores,
- “hay miren que hermano” - pero
cuando salimos de ella, somos cualquier cosa, menos un Cristo en pequeño.
Samuel no era así era un adorador en Espíritu y verdad. Era aceptado delante de
Dios y también era aceptado delante de los hombres. Crecer en Espíritu y
carácter mi estimado hermano, es ser una persona que está bien delante de Dios
y los hombres no tienen nada de qué hablar sobre usted.
En segundo lugar, hay que:
2.
Crecer
en la voluntad de Dios.
Les pregunto: ¿Qué es crecer en la voluntad
de Dios? Será que crecer en la voluntad de Dios, sea, hablar mal de mis hermanos,
andar en chismes, ser calumniadores, codiciosos, orgullosos, jactanciosos y un
sinnúmero de malas actitudes. Nada por el estilo, El apóstol Pablo escribe de
la siguiente manera:
“Por lo cual también nosotros, desde el día
que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del
conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,
para que andéis como es digno del Señor,
agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el
conocimiento de Dios;
fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su
gloria, para toda paciencia y longanimidad” (Colosenses 1:9 -11)
Pablo dice, que usted debe crecer en
conocimiento, sabiduría e inteligencia espiritual. Esto es lo que agrada a
Dios, “para que andéis como es digno del
Señor”. Se cuenta una historia de un joven que era el hijo de un rey muy
bueno y bien querido entre su pueblo, sin embargo, el hijo comenzó a portarse
muy mal, su vocabulario era grosero y vulgar, intimidaba a las personas y se
burlaba de ellas. Una mañana cuando despertaba después de una tremenda
borrachera, escucho hablar a dos sirvientes, que decían cuanto apreciaban a su padre por ser un gran rey,
de corazón noble. Que ellos estaban dispuestos a dar su vida por su majestad,
pero luego de dijeron; sin embargo, su hijo es un príncipe malvado, yo, dijo
uno de ellos cuando el rey muera me iré muy lejos, no soportaría tener a este
príncipe como rey. Aquel joven con su terrible resaca comenzó a recapacitar y
dijo, no es posible que siendo el hijo de un rey tan bueno yo sea tan malo, de
ahora en adelante caminare como es digno de mi rey.
Cuántos cristianos somos como que este
joven de la historia, tenemos un Rey y Señor con un gran amor que sobrepasa
todo entendimiento, es tan bueno y misericordioso que nos ha dado vida a través
de su hijo Jesucristo. Sin embargo, usted y yo muchas veces nos portamos mal y
la gente hablar al igual que los sirvientes del príncipe. Las personas dicen: “es ser cristiano, pero usted viera como son
los gritos que pega cuando se está peleando con el marido o con la vecina”.
Parte del crecimiento que usted y yo
debemos experimentar en nuestra vida es el amor, la paciencia, la perseverancia
y el resto de los frutos del Espíritu Santo. Usted está a tiempo para
recapacitar como aquel joven príncipe y decir: de ahora en adelante caminare
como es digno de mi Padre que está en los cielos, que la gente pueda ver una
similitud entre Cristo y usted.
En
tercer lugar hay una:
3.
Fórmula
para el crecimiento.
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14)
Dos cosas de suma importancia, dice Pablo.
a) Olvidando lo que queda atrás
Recuerda cuando usted llegaba a su casa,
todo revolcado, borracho, hediendo y sin dinero, verdad que ahora no quiere
recodar esa vida miserable. Recuerda cuando usted se comía las gallinas de la vecina,
hay que vergüenza dice usted ahora. Recuerda cuando su matrimonio era un
infierno, las palabrotas que salían, las panas, platos y cazuelas en medio de
los pleitos.
Dice la Palabra “y
esto erais antes”, pero por la
gracia divina mi estimado hermano, ahora la Sangre del cordero nos ha limpiado y nos ha
redimido de todos esos pecados y malos comportamientos. Y si es que todavía
está saliendo algo “del viejo hombre”
en alguno de nosotros, es necesario ponerse a cuentas con Dios para que
purifique nuestra vida y así usted y yo podamos crecer en su Palabra. Ahora que
ya estamos en Cristo Jesús, tenemos que
ser personas reformadas por que el Espíritu de Gracia que se nos ha dado. Por
lo tanto, todas esas cosas malas que antes practicabas ya no
deben estar siendo practicadas. Pablo dice olvídalas por completo. Que solo te
sirvan para dar testimonio de lo que Dios ha hecho en tu vida.
b) Extendiéndome a lo que está delante
Hay que caminar día a día, hacía a la meta
que es Cristo. Hay muchos hnos. que llegan a la iglesia, pasa un mes, un año, 5
años, 10 años, y siguen siendo los mismos. Cuando llegaron tenían muy malos
modales, eran de mal carácter, malcriados, arrogantes, y después de varios años
siguen igual. ¿Cómo es posible?, entonces, ¿qué puedan crecer Espiritualmente?.
Ahí lo que hay es un encarcelamiento de los frutos del Espíritu Santo o
simplemente usted nunca ha dejado que el Espíritu de Dios more en su vida.
Hay gozo cuando una persona llega a la
iglesia y da testimonio de cómo Dios los ha cambiado, que gozo y alegría es
cuando la gente habla bien de los hermanos de la iglesia. Dicen, viera que
hombre o mujer más amable, es una persona mansa y humilde y sobre todo un
ejemplo en su familia. Esa es la meta del crecimiento, que usted y yo seamos
cartas leídas en las esquinas, en el barrio, en la familia, en el colegio y en
el centro de trabajo. Que seamos aceptados delante de Dios y de los hombres. Amén.
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